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¿POR QUÉ A MÍ, POR QUÉ AHORA?

Convoco a esta pregunta debido a que entre las inevitables cuestiones que la persona que atraviesa la enfermedad suscita, quizá es la que adquiere una mayor preponderancia en el pensamiento.

Toda persona que esté pasando por el proceso de la enfermedad quizás se formula a sí mismo esa pregunta, aunque la mayoría de las veces no permite que esa duda permanezca por mucho tiempo en su conciencia. El mencionar que una persona posee cáncer, puede implicar muchas cuestiones que atraviesa a este sujeto que se encuentra ante solo una consulta al medio, pero vemos que detrás de esta palabra hay muchas más asociaciones de las que uno cree que puede llegar a tener.

Cuando la noticia del hecho infausto llega a su familia y a sus amigos, también ellos, aunque no siempre de manera nítida, se plantean el mismo interrogante. Dentro del proceso se darán diversas dudas, como ser:
. Si hay muchos casos en mi familia ¿tengo más probabilidades de enfermarme de cáncer?
. ¿En qué medida pueden originarlo una dieta inadecuada o sustancias irritantes, como el alquitrán que el humo del tabaco produce?
. ¿Influye en la aparición de un cáncer el agotamiento, la depresión, los disgustos, el estrés o el estar atravesando un duelo?
. ¿Con qué medios disponemos para “luchar” contra el cáncer, y de qué forma actúan?
. Estos son algunos cuestionamientos que uno podría hacerse ante determinado diagnóstico o en diferentes fases del proceso de la enfermedad.

Cuando uno asiste al médico hay una demanda por parte del paciente que va allí, con muchas dudas, preguntas, incertidumbre, entre otras cuestiones; es así que dentro del equipo de trabajo médico se encuentra el rol del psicólogo abocado a enfermedad, uno se preguntará ¿Por qué una interconsulta con un psicólogo, si yo no estoy loco y sé lo que tengo? De esta pregunta parte la cuestión de la importancia de este profesional dentro del equipo de salud para poder brindar una atención integral al sujeto que asiste allí.

La importancia de acudir o de generar un lazo con un psicooncólogo es otra fuente de apoyo en conjunto con los tratamientos médicos farmacológicos que podrían realizarle a la persona que se encuentre dentro del proceso de la enfermedad. El profesional se encuentra allí para poder ayudar, acompañar, escuchar ciertas cuestiones que no son escuchadas y atendidas por otros y que de allí se irá construyendo algo más, porque son momentos de cambios, nuevos desafíos, nuevos interrogantes, muchos temores de por medio. Así como se acompaña al enfermo también se debe sostener y palear el malestar de la familia, cuando hablamos de equipo, se trata de poder trabajar interdisciplinariamente, que no solo sea un sujeto que se encuentra aquejado por los síntomas orgánicos sino más bien es una persona que tiene una historia, una familia, problemas que se suscitan cuando llega el momento del diagnóstico y del tratamiento.

Poder pensar en la construcción de un trabajo entre dos o más, es “artesanal” ¿Por qué? Uno está allí para alojar algo de esa persona que se encuentra con angustias, inquietudes, no sabe cómo afrontar diversas cuestiones que pueden tener que ver, o no, con la enfermedad que se encuentra atravesando, por ésto es muy importante el acompañamiento, uno no está allí a cuestión de calificar y medir qué es lo que hace o no el paciente, sino más bien es un apoyo tanto para él como para la familia, facilitando la comunicación en muchos casos y poder generar una mejor calidad de vida, ésto es a lo que apuntamos desde nuestro trabajo, y plantear un abordaje multidimensional del dolor, porque el mismo no solo es a nivel del cuerpo, sino también desde lo psicológico, social, laboral, desde el alma misma, planteando los miedos existenciales que pueden llegar a aparecer o no, por eso hablamos del dolor total de la persona, desde las diferentes dimensiones ya mencionadas. Hablamos de dolor total del sujeto en tanto y en cuenta se encuentra invadido de este dolor, que no solo lo siente a nivel del cuerpo sino también lo expresa a través del miedo, angustia, en el no poder tener control en la toma de decisiones, lo cual produce un sufrimiento, si bien este mismo es parte de la condición humana, así también sabemos que no todas las personas que padecen dolor sufren, ni todas las que sufren padecen dolor.

El estrés psicológico produce sufrimiento, un estado afectivo, cognitivo y negativo complejo, caracterizado por la sensación que experimenta el individuo al sentirse amenazado en su integridad, por el sentimiento de impotencia, para hacer frente a dicha amenaza y por el agotamiento de los recursos personales y psicosociales que le permitirán afrontarla.

Controlar los síntomas orgánicos es importante pero no equivale a eliminar el sufrimiento. Podemos paliar un dolor con analgésicos pero para aliviar el sufrimiento de otra persona es preciso que ésta perciba una disminución en su valoración de la intensidad o inmediatez del estímulo, estado o situación que, en cada momento, se considere amenazador para ella.

El paciente necesita elaborar paulatinamente distintos duelos, manteniendo o recuperando el sentido y significado de su vida, esto es lo más importante, esta persona no deja de ser un ser humano para convertirse solo en la enfermedad que posee, sino más bien es un individuo sujeto a cambios y atravesando un proceso que debe poder afrontarlo de la mejor manera, lo más humano posible y es allí donde estamos nosotros como agentes de salud para poder acompañarlos en la construcción de nuevos caminos.

No hay dudas que hay una mejor adherencia al tratamiento médico indicado cuando se puede palear el sufrimiento emocional del individuo junto con una mejor compresión de lo que posee y a su vez el trabajo con la familia, son tratamientos farmacológicos y no farmacológicos que se encuentran entrelazados.

Se trata no solo de curar sino también poder cuidar en todo el proceso y una de la manera de cuidar es justamente atener la salud integral del paciente. Cuidarlo desde la escucha, desde un abrazo, para generar comunicación y confianza. El cuidar es también tener en cuenta el control de los síntomas y poder trabajar con el sufrimiento de la persona, no solo el del paciente sino también el de su familia y su entorno más cercano. Se trata de una experiencia nueva de la cual se sale transformado.

“Los que sufren no son los cuerpos, son las personas” Eric Cassell.

“El mundo es tan inquieto que no pensamos nunca en la vida presente y el instante que vivimos, sino en el que viviremos…De esta manera no vivimos nunca, pero esperamos vivir y, estando siempre dispuestos a ser felices, es inevitable que no lo seamos nunca”. Blaise Pascal

Autoría: Lic. Julieta Rafart Allende

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